MAKARENKO Y LA EDUCACIÓN COMUNISTA

Makarenko y la educación comunista

Por: María Dolores Velásquez Acosta


Makarenko, su vida.

Su nombre, Anton Semionovich Makarenko. De origen ucraniano, nace en el año de l888, hijo de un obrero ferroviario, pintor de brocha gorda, que trabajó en una fabrica de vagones. Él mismo trabajó en ésa fábrica desde l905.


Ya como maestro y después de haber obtenido la formación pedagógica más rudimentaria, debido a su formación tan pobre se le asignó el cargo de maestro en una escuela de menor categoría, con un salario de 25 rublos al mes. Más adelante, ya en 1914, ingresó en un instituto de magisterio donde terminó sus estudios con medalla de oro. Se le asignó durante 16 años (1929-1935), la Colonia Gorki para delincuentes menores de edad, posteriormente se le trasladó a la Comuna Dzerzhinski. Fue en esta comuna donde escribió su primer libro, “Marcha del año 30″, tiempo después escribió el “Poema pedagógico”, el cual se publicó por partes 1933, 1934 y 1935; luego escribió las novelas “El honor” Y “Banderas en las torres”. Éste último tuvo una extraordinaria significación para él y para la formación de sus concepciones pedagógicas; por ésa época también escribió el primer tomo de “El libro de los padres”.

Concluyó así su primera etapa de actividad pedagógica. La segunda etapa duró hasta su muerte, en ella se dedicó a difundir sus principios educativos por medio de conferencias dirigidas a maestros y padres de familia, las cuales fueron reunidas y publicadas en español bajo el título de: “Problemas de la educación escolar”.

Su trabajo no fue fácil, pues enfrentó a un sinnúmero de problemas, comenzando por su propia falta de experiencia y conocimientos para convivir entre delincuentes, pasando por la resistencia que los propios jóvenes le oponían, así como las dificultades económicas y materiales que no faltaban, hasta aquellos obstáculos generados por otros educadores y autoridades que no entendieron y desaprobaron su trabajo y que lo consideraban un pedagogo controvertido.

Su estilo despertó las actitudes más contrapuestas. El pedagogo G. Snyders consideraba los escritos de Makarenko como un canto a la alegría, no así el alemán Th. Diedrich que los consideraba como un tratado de vida carcelaria. Sin embargo, se considera que Antón Makarenko es un pedagogo cuya posición pedagógica está llena de originalidad y es un producto de una empresa política y social a la que Makarenko dedicó lo mejor de sus esfuerzos.

En la actualidad, la educación colectivista propuesta por Makarenko se considera una propuesta pedagógica integral, que concreta una posición ante el mundo y se vincula a una práctica política y económica. Frente al reto que constituye armonizar los intereses sociales con los particulares de los educandos, Makarenko responde involucrando a éstos en la búsqueda de soluciones a los problemas cotidianos; haciéndolos copartícipes en la organización de la vida escolar y productiva, generando lazos de colaboración, respeto, autoridad compartida y disciplina. El logro obtenido con esto consistió en formar personalidades productivas y solidarias con su pueblo y la nueva sociedad.

Después de su muerte, acaecida en el año de 1939, y a través de sus escritos y novelas se reconoce su pedagogía como determinante en la edificación de la sociedad socialista de la posguerra.

La obra de Makarenko
Enfoque sobre educación

La educación comunista se basa en los principios emanados de la propuesta sociopolítica del marxismo-leninismo. El principio educativo comunista parte del cuestionamiento de la explotación capitalista y pretende elevar a las masas explotadas a una nueva situación en la que puedan desarrollar todas sus potencialidades físicas, mentales y espirituales. Para hacer esto se propone un modelo educativo que vincule la vida del trabajo con la escolar para que la primera incorpore principios de la ciencia a la rutina laboral haciéndola un acto consciente, con el objetivo final de eliminar la división social del trabajo entre el trabajo intelectual y el manual, que favorece la explotación del segundo por el primero. Además, se busca dar una formación cultural y espiritual que permita a los hombres el disfrute de los bienes espirituales producidos por la humanidad y contribuir al saber universal con una cultura proletaria.

Este principio es determinante en la obra de Makarenko, pues es admirable el sentimiento comunista de este pedagogo, quien no olvida su origen obrero y como maestro se opone a que dentro de la educación se espere tanto del método individual y hace un gran énfasis en que se debe poner especial atención a la organización de la escuela como colectividad e insiste que en las escuelas no prestan la debida atención a la organización de la experiencia infantil, la experiencia de la vida, la experiencia comunista.

Lo anterior, es la forma como Makarenko entendía el servicio que con la educación debía prestar a la tarea de implantación definitiva del comunismo, a sus diferentes formas de concebir el papel de la educación en la edificación de la sociedad comunista, el enfoque es por lo tanto netamente comunista.

Su posición pedagógica

Makarenko sostiene, en efecto, una posición pedagógica llena de originalidad. Además se queja de no contar con técnicas pedagógicas válidas y para él la literatura pedagógica es pura charlatanería, está vacía de técnicas, de métodos y de instrumentos válidos para su aplicación por un educador cargado de problemas. Afirma además que los pedagogos no saben absolutamente nada de educación, que están siempre en las nubes, la llama “pedagogía del Olimpo”. En ésta sólo valen las teorías mientras las técnicas son tenidas como herejías, siendo radical su oposición al movimiento paidológico y al ideario de la nueva escuela.

Makarenko no acepta que la educación deba fundamentarse sobre las necesidades del niño y más bien, las necesidades en que debe ponerse más énfasis es en las de la colectividad, en las de la sociedad, las del país y el sentimiento del deber tiene que ir siempre ligado a ésas necesidades; opina además que el hombre se mueve según las leyes de la naturaleza y por consecuencia el papel de la educación consiste en educar esa naturaleza en función de esa sociedad, de tal manera que los educadores soviéticos no son los servidores de la naturaleza sino los maestros. Afirma que el culto a la espontaneidad no sólo menosprecia el papel de la educación sino que es socialmente perjudicial y entonces, no queda otra alternativa que abandonarlo; establece que a la autodisciplina y a la autoorganización se les debe de sustituir por una disciplina consciente, entendiendo por disciplina no la inhibición de las acciones, sino que debe ser enfocada desde el punto de vista soviético, debe inducir a vencer dificultades, debiendo ser disciplina de lucha y avance, de inspiración a algo y la lucha por algo; cuyo objetivo está expresado en el logro de las cualidades del carácter que definen a la personalidad comunista; exige además una educación de la voluntad, capacidad absolutamente necesaria para el progreso de la comuna y la sociedad, ya que si el niño se habitúa a realizar sus deseos sin ponerles nunca freno, nunca tendrá fuerza de voluntad.

Menciona además que se deben lograr otras cualidades como: la honestidad, la diligencia, la eficiencia, la puntualidad y la capacidad de orientación.

Cada joven debe saber subordinarse en el momento de ser subordinado pero aclara que la subordinación debe ser al camarada, no al amo o al rico, y que a la vez debe saber mandar al camarada cuando se le faculte para ello.

Es preciso pues organizar la colectividad de tal forma que se eduquen cualidades reales y verdaderas de la personalidad, no cualidades imaginadas. De esa manera el método individual tendrá un efecto mucho más fuerte, más bello y adecuado, ya que según Makarenko, si no hay colectividad y educación colectiva con el método individual surge el riesgo de que eduquemos individuos y nada más. Se debe ser además consciente de que las buenas cualidades necesitan años para formarse, pues no se puede educar un carácter con ningún método o procedimiento especial de acción rápida, el carácter sólo se puede formar mediante la prolongada participación de la persona en la vida de una colectividad adecuadamente organizada, disciplinada y orgullosa de sí misma.

Como se puede observar, su posición teórica y su estilo personal son muy peculiares. Es un educador duro, exigente y no da lugar a que exista abandono, dejadez o fallas, plantea y organiza una serie de actividades a realizar exigiendo su cumplimiento satisfactorio, convencido de que es necesario que el hombre se presente a sí mismo grandes exigencias, pues de tal manera se educa.

Objetivos educativos

Los objetivos que Makarenko asigna a la educación se asientan en dos pilares fundamentales:* Su confianza en la sociedad soviética.

* Su fe en las posibilidades de la educación.

Por lo que respecta al primer punto, Makarenko ensalza la nueva situación de su país, convencido de que la revolución de 1917 llevó a Rusia a la cumbre de la historia y supuso el inicio de un nuevo orden en las relaciones humanas y en la moral y de que la juventud rusa se convirtió en un fenómeno mundial incomparable a cualquier otro, estaba pues orgulloso de ser ciudadano de la Unión Soviética, y como tal se dedicó permanentemente al trabajo y la creación educativa.

Orienta su pedagogía a la formación de hombres capaces, a su vez, de ser también constructores activos del comunismo. Considera que la educación es la expresión del credo político del pedagogo y que sus conocimientos no juegan más que un papel auxiliar. En consecuencia, la pedagogía de Makarenko no podía ser sino una pedagogía comunista. Deposita su confianza en el comunismo, en el que ve no sólo la panacea de todos los problemas, sino el antídoto, planteándose su trabajo como una gran responsabilidad social, en la que no cabe equivocarse, en la que hay que lograr el éxito y la precisión que una fábrica consigue en su producción: porque si quien produce hombres deficientes y dañinos debe de avergonzarse grandemente, lamentándose incluso de que no existan en educación mecanismos de “control de calidad, para él la pedagogía es una obra social.

Establece que cuando se educa a un hombre se debe saber precisamente lo que saldrá de las manos, respondiendo de nuestra producción y la de los colaboradores. Para llegar a obtener un producto tan definido, se requieren proyectos previos, planes de trabajo que definan exactamente cual será el resultado final, siendo este el sentido de la educacion activa, esto es, fijarse una meta y poner los medios que hagan falta para conseguirla.

El objetivo que Makarenko se propone no es otro que el de convertir a los niños bajo su cargo en constructores activos y conscientes del comunismo, el de hacer de cada individuo un miembro activo de su época y su sociedad, el de formar individuos que se conviertan en constructores y fortalecedores del Estado proletario, hacer de cada alumno un comunista activo y consciente.
Los objetivos, dice Makarenko, sólo se pueden expresar mediante la adquisición de los rasgos que caracterizan la personalidad comunista. Estos rasgos deben manifestarse clara e inequívocamente. Educar, para Makarenko, es insertar a los alumnos en unas perspectivas concretas, significa educar en las vías de perspectiva por las que distribuya su felicidad de mañana. Lo anterior se logra organizando nuevas perspectivas, utilizando las que ya existen y planteando gradualmente otras mas valiosas, pudiendo ser:

* Inmediata
* Mediata
* Lejana

Dentro de estas perspectivas, algunas de las cualidades que deben ser fruto de la educación y que todo ciudadano soviético debe tener:* Ante todo un profundo sentimiento del deber y de la responsabilidad para con los objetivos de la sociedad soviética.

* Un espíritu de colaboración, solidaridad y camaradería diametralmente opuesto a cualquier tipo de fantasía o egoísmos individualistas.
* Una personalidad disciplinada, con un gran dominio de la voluntad y con las miras puestas siempre en los intereses de la colectividad.
* Unas condiciones personales y un modo de actuar que impidan la sumisión y la explotación del hombre por el hombre.
* Una sólida formación política que hiciera de cada colono un comunista convencido y un propagandista de sus ideas a través de su acción y su palabra.
* Una gran capacidad para conocer a los enemigos del pueblo así como para combatirlos.

La única tarea digna puede ser la creación de un método, que siendo común y único, permita al mismo tiempo que cada personalidad independiente desarrolle sus aptitudes, conserve su individualidad y avance por el camino de sus vocaciones, la proyección de la personalidad, debe ir precedido de un análisis de los fenómenos ínter colectivos y personales.

La educación colectivista

Makarenko perseguía un nuevo estilo y una nueva forma de organización, y partía de que la base de la educación es ante todo un proceso social y que, en consecuencia, el hombre soviético no podía ser educado bajo la influencia de una sola personalidad; entendía que la esencia de la educación no estaba en las conversaciones con el niño, en la influencia directa que un educador podía ejercer sobre él, sino “en la organización de la vida del niño y en el ejemplo que se le brinda con la vida personal y social. El trabajo educativo es ante todo un trabajo de organización”. La importancia de la estructura de la organización en cualquier tipo de educación, familiar o escolar, es básica, y para Makarenko, tiene un nombre: el colectivo, el cual constituye la esencia misma de su sistema educativo. Ahora bien, Makarenko veía la necesidad de educar al hombre en el seno del colectivo por dos razones fundamentales:

- En primer lugar, porque según él, solamente en la experiencia colectiva puede desarrollarse una necesidad moralmente válida.
- En segundo lugar, porque sólo a través del colectivo podía formarse al hombre comunista.
Así mismo, se mostró siempre orgulloso de su colectividad feliz y consideró que esa colectividad tenía un potencial educativo y terapéutico profundamente eficaz.

En el funcionamiento del colectivo educacional de Makarenko, era fundamental el papel que ejercía el director (el mismo Makarenko), cuya función consiste en orientar y dirigir la colectividad, por lo tanto la acción de guía del maestro se colocaba en primer plano y le permitía actuar a niveles que no son lo de la organización. Además actuaba como modelo, como ejemplo y guía, como mantenedor del tono, el estilo y las tradiciones de la colectividad; como padre de niños sin padre, como amigo de cada colono y de cada educador a sus órdenes, como compañero de descansos, de dificultades y alegrías.

Respecto del educando, cuando éste había asimilado el espíritu de la colonia, pasaba a ser colono y a formar parte de un destacamento, célula base de la organización; exista además un consejo de comandantes que se reunían con bastante frecuencia para dilucidar, junto con Makarenko, sobre los muchos problemas cotidianos que surgían en una colectividad y además decidía sobre los castigos a imponer. Es importante destacar que la condición indispensable para el funcionamiento de cada unidad y de la colectividad entera era el sentimiento de unidad y de cohesión, porque la integridad del colectividad es condición única de una buena educación.

Exigencia extraordinariamente importante es la renuncia, de cada uno de sus miembros a los intereses personales en aras de los intereses de la colectividad; lo importante es la marcha de la colonia y el cumplimiento del programa establecido; ahora bien, Makarenko se manifestaba contrario a las rutas personales de sus colonos y no era por falta de consideración al individuo, sino que por encima de él estaban las rutas colectivas a las que todos debían subordinarse.

Educar para el trabajo

Las colonias de Makarenko son por lo tanto colonias de trabajo, y lo son por razones de tipo teórico, pues la tradición marxista defiende al trabajo como un elemento básico, como un componente esencial de la educación, pues no se concibe una educación soviética correcta que no sea una educación para el trabajo; y de tipo práctico, porque las comunas de Makarenko debían mantenerse a sí mismas y de su trabajo los colonos se vestían, se alimentaban y se divertían.

El trabajo no era pues una táctica educativa, sino una actividad productora de la riqueza necesaria para la colonia y para el país. Es en este sentido como Makarenko se refiere a él como un trabajo creador. De ahí que uno de los objetivos de la educación sea la formación del hábito del trabajo creador. Puesto que el trabajo tiene un sentido social y no meramente educativo, debe someterse a la disciplina social y no quedar al arbitrio de los deseos o veleidades individuales. En base a lo anterior, Makarenko recomienda a los padres que acostumbren a sus hijos desde pequeños a realizar tareas que no les interesen y que les resulten poco agradables, con objeto de que se habitúen a buscar en el trabajo no el entretenimiento, sino su utilidad y necesidad social: “Esta educación será eficaz cuando se llegue al punto que el niño ejecute tareas desagradables pacientemente sin quejas y paralelamente con su crecimiento adquiera una sensibilidad tal que el trabajo menos grato llegará a proporcionarle placer y se comprenda su utilidad social”.

Se nota también que dentro de la colectividad y por necesidad de producción, los trabajos que se asignaron son siempre especializados y concretos, por lo que Makarenko se declara partidario de la división del trabajo, lo cual indudablemente lo aleja del concepto y las posibilidades del trabajo polivalente. Además manifestaba que un trabajo que no vaya acompañado de una formación, de una instrucción política y social, carece de todo valor educativo y no pasa de ser un proceso neutro.

Makarenko intentó explotar las posibilidades educativas del trabajo, aunque ello le supusiera en ocasiones nuevos enfrentamientos con los “moradores del Olimpo pedagógico”; ahora bien, los colonos pasaban la media jornada en la fábrica trabajando, la otra mitad en la escuela, estudiando, y se remarca esa diferenciación entre horas de trabajo y horas de estudio porque es partidario de que no exista relación entre lo uno y lo otro: el trabajo dice, no debe estar ligado al estudio, no niega el valor educativo tanto del trabajo como del estudio y es consciente de que ambos determinan fuertemente la personalidad, pero se niega a establecer nexos entre ellos.
Makarenko proporciona gran cantidad de detalles sobre la vida y el funcionamiento de las fábricas, nunca describe como sucedían las cosas en el interior de las fábricas, aunque es fácil deducir que las escuelas de sus comunas educativas eran bastante tradicionales. Lo único que da a conocer es que había una escuela completa, que en ella los chicos aprendían mucho y que de ella sacaban conocimientos parecidos e incluso superiores a los que otros niños obtenían en escuelas normales.

La escuela de Makarenko no se considera sólo transmisora de conocimientos, sino que también tiene lugar la transmisión de la cultura y la política; ya que en ella se aprendían las matemáticas, literatura y todas las demás materias, pero aprendían también a sentirse soviéticos y a admirar la cultura soviética, puesto que tal y como Makarenko lo entendía, la actividad cultural debe orientarse constantemente hacia la actividad política. Como se ve, si bien el trabajo y la instrucción están separados en la praxis de Makarenko, no por eso están divorciados los caminos de la fábrica y de la escuela. Lejos de ser divergentes ni tan siquiera paralelas, convergen de hecho en un objetivo común: la formación del ciudadano soviético, del constructor activo y consciente del comunismo que constituye la meta hacia la que Makarenko orienta toda la actividad educativa.

La disciplina consciente

Es este el aspecto más controvertido de la praxis y del ideario pedagógico de Makarenko: la cuestión de la disciplina, pues de entrada para él, la considera como un objetivo, una meta hacia la que debe tenderse, entendida como el resultado de la labor educativa. Ahora bien, hay que entender que el régimen es el conjunto de medios utilizados para conseguir ese resultado. Para Makarenko, éste es sinónimo de organización, ya que para él es la organización de la colectividad educativa, su régimen, lo que da como resultado la disciplina.

Por lo tanto, la disciplina es un objetivo que debe perseguirse desde la más temprana infancia y Makarenko da todo tipo de consejos a los padres sobre cómo conseguirla; desde la organización familiar hasta el tono de voz empleado por los padres para transmitir sus órdenes, todo debe colaborar en la misma dirección. Afirma que: “En cada familia debe regir un orden tal que sea obligatorio señalar la menor infracción del régimen, esto se debe cumplir desde la temprana edad y cuanto más severos sean los padres en exigir su cumplimiento, tanto menos infracciones habrá y, en consecuencia se evitará la necesidad de recurrir a los castigos”.

En conclusión, la disciplina propugnada por Makarenko no es una disciplina ciega, arbitraria, una disciplina del sometimiento, sino la disciplina defendida por Lenin, la disciplina consciente.

No se concibe una buena disciplina si en ella no hay conciencia.

En el ideario y la praxis, la disciplina y educación debe estar al servicio de la misma causa que el colectivo, que el trabajo, que la instrucción: al servicio de la construcción del comunismo, al servicio de la tarea de formación de auténticos bolcheviques que colaboren firme y constantemente, sin titubeos ni concesiones, a la implantación definitiva de la sociedad comunista, de la moral comunista y de toda la vida comunista.

Bibliografía
1.- “La cuestión escolar”, Jesús Palacios, Ed. Progreso
2.- “Historia de la pedagogía”, N. Abbagnano y A. Visalberghi, Fondo de Cultura Económica
3.- “Antología preparada” por Margarita Hernández y Luis Miguel Valdivia
4.- “Makarenko y la educación colectiva”, El Caballito, SEP Cultura, primera edición 1985, México, DF

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