LA PEDAGOGÍA TRANSFORMADORA ES UN PROCESO DIALÉCTICO

Una educación para la transformación no constituye un sistema acabado; es un proceso; es la dialéctica que se desenvuelve en la educación, se introduce científicamente en el proceso educativo y en los principios didácticos buscando descubrir las leyes y metas del aprendizaje y la enseñanza que todavía no conocemos. Tal educación sólo puede apoyarse en los maestros dialécticos y, en nuestro tiempo, todos los maestros debemos ser dialécticos.
Ser maestro dialéctico significa pensar y actuar científicamente; mirar la educación como un proceso social, cuyas características, objetivos, metas y principios didácticos están determinados por la realidad de un momento o período histórico concreto determinado.

Ser maestro dialéctico significa mirar que los principios didácticos interactúan, están íntimamente relacionados entre sí, son un sistema integrado, de tal manera que no podemos aplicar alguno de ellos sin que los demás no estén comprometidos; por supuesto en diferente grado de intensidad en su actuación.

Ser maestro dialéctico significa transformar las condiciones y actitudes poco favorables en energía y fuerza liberadora de uno mismo y del otro ser humano que sufre y no quiere reconocerlo.

Ser maestro dialéctico significa pensar y comprobar que la educación no es neutra ni aséptica y, que sólo la conciencia científica y crítica nos puede ayudar en la transformación.

Sólo la dialéctica es el principio didáctico fundamental para transformar la educación y la sociedad en una superior.
Pero, me preguntarás ¿Qué son los principios didácticos? Y ¿Cuáles son los que contribuyen para una educación transformadora?

Los principios didácticos son el conjunto de normas fundamentales más generales que empleamos los maestros para concretizar el proceso de enseñanza y aprendizaje. Se aplican para todas las áreas del conocimiento, para todas las asignaturas, en todas las etapas y la organización de la enseñanza y el aprendizaje en una clase determinada; incluso puede extenderse a la elaboración de los planes de trabajo, los materiales didácticos, el plan de evaluación, etc.

Los principios didácticos en una educación para la transformación deben ser una práctica de experimentación científica constante y deben tener una intima relación e interactuar con la dialéctica. Como sugerencia, los fundamentales pueden ser los siguientes:

1.- Intima relación entre teoría y práctica. Siendo lo determinante la práctica. Significa partir de la realidad. Conocerla para transformarla.

2.- En el mundo y la sociedad nada es definitivo ni sagrado. Sólo el movimiento y el cambio son absolutos.

3.- Todo interactúa, se interrelaciona. No existen cosas aisladas ni procesos aislados: Incluso la soledad está encadenada a una gama de motivos, procesos, actitudes y necesidades.

4.- Una educación democrático-científica sólo es consustancial a una enseñanza también democrático-científica.

5.- Lo concreto y lo abstracto forman una unidad de contrarios.

6.- Maestro y alumno interactúan y aprenden mutuamente.

7.- La actividad individual y la actividad comunitaria forman parte de un solo engranaje educativo, dirimiendo responsabilidades individuales y responsabilidades colectivas.

8.- El análisis y la síntesis como proceso de sistematización de la comprensión de los fenómenos, forman una unidad científica.

9.- La causa y el efecto son parte de un mismo problema o fenómeno; donde es fundamental estudiar las causas para resolver los efectos.

10.- La vida es una contradicción permanente. Lucha y unidad de contrarios permanente que empujan la transformación en uno u otro sentido: Lo bueno en determinadas circunstancias puede transformarse en malo, así como lo malo en bueno; la dicha en tristeza y la tristeza en dicha, etc.

Si usted mi amigo lector, estudia detenidamente y en forma dialéctica los principios didácticos antes descritos, se va a dar cuenta que guardan una íntima relación entre ellos. Si aplica uno de ellos, reitero, entran en actividad los demás.

En ese sentido, sólo una práctica educativa sincera, franca y leal nos puede conducir a una educación para, por la transformación y nos transforma en maestros dialécticos.

Hay que superar nuestra indiferencia, dogmatismo y mecanización. Recuperar nuestras funciones intelectuales, ante todo, la memoria y la capacidad colectiva del trabajo. También superar nuestras vergüenzas, temores, prejuicios y, sobre todo, la indiferencia que nos vuelve ciegos mirando nuestras miserias.

Autor: Carlos Villacorta V.
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